Encontré este interesante artículo para docente y, por
supuesto, lo quise compartir con ustedes. Explican por qué los estudiantes no ponen
atención mientras les hablamos y algunos ni siquiera nos miran cuando estamos frente a ellos, los
consejos que dan en esta nota son:
1. Olvídate
de la típica clase magistral. Reduce al máximo las clases en la que
tú hablas y tus alumnos te escuchan, porque hablas más tiempo del que tus
alumnos son capaces de aguantar. ¿Tú serías capaz de escuchar de forma
ininterrumpida lo que dura una sesión lectiva?
Te aconsejamos que: No superes los 10 minutos de
explicación unidireccional; Realices pausas para aprovechar de contar una
historia o una anécdota; Utiliza imágenes y vídeos para descargar el contenido
teórico.
2. No
apliques más el “yo hablo y tú te callas”, porque es
prácticamente imposible pedir silencio a una clase de más de 40 alumnos. Si
quieres que te escuchen, hazlos participar activamente. Cédeles a ellos el
protagonismo y deja que durante la sesión ellos también sean docentes.
Te aconsejamos que: Hagas una evaluación inicial para
descubrir lo que saben tus alumnos de aquello que todavía no les has enseñado;
Intercala preguntas abiertas mientras enseñas; Fomenta el diálogo n
o entre
docente-alumno, sino entre alumno-alumno; No pidas que se callen, sino que
participen con sus aciertos y errores.
4. ¿Te has preguntado alguna vez si aquello que
enseñas les servirá de algo a tus alumnos en un futuro a corto o medio plazo?
En el caso que aquello que enseñes sea útil, ¿cómo lo vendes en el aula? ¿Qué
aplicación le das a la vida real? Difícilmente te escucharán si no son capaces
de ver para qué sirve aquello que les enseñas.
Te
aconsejamos: No enseñes en clase aquello que puedan aprender por sí mismos;
Enseña el menor contenido posible; Cíñete en clase en los procedimientos más
que en los contenidos; Transforma la clase magistral en aprendizaje
cooperativo; Sobre el aprendizaje cooperativo te remito al siguiente enlace; Contextualiza
el aprendizaje de tus alumnos, es decir, haz que cuando vayan a sus casas
tengan la curiosidad de poner en práctica aquello que han aprendido en tu
clase.
5. Escuchar
aburre mucho. Cada vez nos cuesta más hacerlo, sobre todo de forma
activa. Tus alumnos no tienen predisposición a la escucha activa porque les
enseñas en un contexto irreal, es decir, les obligas a escuchar cuando tú
quieres o cuando te han dicho que deben hacerlo. Tus alumnos siempre te
escuchan por imposición. Saben de antemano quién les va a hablar, de qué les va
a hablar y cuánto tiempo les va a hablar.
Te aconsejamos: Tener pasión por lo que enseñas y cómo
lo enseñas; Entusiasmo a la hora de hacerles ver que lo que les enseñarás será
una experiencia que formará parte inequívoca de sus vidas; Creatividad contra
el aburrimiento y la previsibilidad; Imaginación para adquirir nuevos
conocimientos a partir de lo que son capaces de aprender por sí mismos.
Si cambias el concepto de cómo te enseñaron que debía
ser una sesión lectiva, muy probablemente vivirás tus clases de una forma
extraordinariamente distinta y podrás empezar a disfrutar no del silencio, sino
de la participación, no de lo que dices, sino de lo que escuchas de tus
alumnos.
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